Una comida demasiado copiosa, los platos muy especiados, el abuso de bebidas gaseosas… Todos sabemos el resultado al que nos llevan estos malos hábitos.
Usa estos sencillos trucos para evitar que una digestión pesada arruine tu día.
Empieza por las grasas, fritos y platos demasiado especiados. Tampoco abuses del chocolate, la cebolla y los tomates.
Reduce el consumo de los alimentos que la provocan, como el alcohol, el café y las bebidas gaseosas.
Si fumar es malo, más lo es hacerlo en medio de la comida: te llena de gases y dificulta la digestión.
Puedes comer de todo pero en pequeñas cantidades, en especial a la hora de la cena. Es mejor comer poco y a menudo que mucho en sólo dos o tres ocasiones.
Si te has pasado en una comida procura hacer la siguiente más ligera. A veces es sólo cuestión de lógica.
Pero no de cualquier forma. Mastica despacio, saborea cada bocado con lo que conseguiras no solo mejorar tu digestión sino que también te saciaras antes.
Evita las actividades que favorecen la llegada de aire a tu estomago como fumar, masticar chicle o comer rápido.
Deja que al menos pasen dos horas entre la comida y la hora de sueño.
No se trata de que traslades tu entrenamiento a esta franja horaria sino de que actives tu cuerpo de forma suave. Haz ejercicio, ligero, muy ligero. Un paseo puede ayudarte a tener una digestión optima.
Deshazte de las prendas que te opriman en exceso o que sean demasiado ajustadas a tu cintura.